lunes, 23 de febrero de 2015

LOS “LAWA K’UMUS” DE VILLA DE SOCCA:

UNA GLORIA, UN CARNAVAL, UNA HISTORIA
Escribe: W. Jony Rodríguez Arizaca | LOS ANDES 22 feb 2015
Hablar de “Villa Socca”[1] es hablar de aquel pueblo que a partir de mediados del siglo XX, en opinión popular, se ha merituado el reconocimiento como la comunidad más luminosa del arte musical del distrito de Ácora, Puno.
Pues es, sin duda, un pueblo artístico por excelencia, que está ubicado en las orillas de la parte occidental del Titiqaqa. Desde sus orígenes, se ha caracterizado por ser creador de conjuntos y personalidades de gran excelencia en el campo de las bellas artes. Como muestra, allí están sus afamados artistas, como Peruko Ccopacaty y su hijo Aymar Ccopacati, Edgar Cutipa Arizaca; y los hombres de letras como Domingo Llanque Chana, Justino Llanque, Walter Paz Quispe Santos, entre muchos otros que andan por el mundo.
Aquí, más del 90% de sus habitantes[2] tiene algún instrumento por hobby o por oficio. Y no es una apreciación vanagloriada. Basta revisar que hasta la década del 90 del siglo pasado, las mejores bandas de música de la región que acompañaban a los danzantes en las fiestas del altiplano, eran también de este lugar.
Abona también su prestigio uno de sus conjuntos más longevos de música tradicional autóctona, llamado los “Lawa K’umus” que en los últimos tiempos ha alcanzado nada más que el título de TRICAMPEÓN en toda la historia del concurso de danzas autóctonas de la festividad de la Virgen de la Candelaria. Se trata de un conjunto en el que los músico-danzantes ejecutan el instrumento musical genéricamente llamado “Pinkillu” (Lawa K’umu, entre los socckeños) y las mujeres, a la vez de danzar, acompañan la música con cantos armonizados de voces onomatopéyicas.

En Lima. Presentación de la Fstividad de la Virgen Candelaria.Foto: GVC
Precisamente, es de esta última la que queremos dar algunos apuntes históricos. Rastreando en el tiempo, encontramos que el origen de los “Lawa K’umus” de Villa Socca está en el antiguo ayllu “Qullana Surupa Suq’a” que surge en Yanaque[3], a raíz de las sucesivas olas de migrantes procedentes del Alto Perú (hoy Bolivia), más o menos en los albores del siglo XVIII. A ellos se atribuye el haber traído el instrumento de la zona de Potosí.
Y como es de suponer, la región Yanaque creció en población, hasta que cubrieron prácticamente toda su extensión. Los parientes consanguíneos recién allegados al ayllu necesariamente tuvieron que expandir sus dominios territoriales hacia la isla Socca, que para entonces, con el descenso del lago, había dejado una considerable extensión de eriazos. Es así como dos de los ayllus: Qullana y Surupa, expanden sus dominios hacia Socca a través de sus descendientes. Los del ayllu Surupa, toman el sector Qawunsa con los Marce y los Ccalluwaris. Los de Qullana, igualmente posesionan la franja derecha, llamada Wilaamaya, con los Quispe, los Arizaca y otros.
Hasta donde alcanzan nuestras investigaciones, los primeros pobladores no se desintegraron del ayllu de su procedencia, no al menos hasta el siglo XX. Todos mantuvieron el vínculo de consanguinidad y parentesco patrilineal.
Será hacia mediados del siglo XVIII que se produce un hecho histórico en la zona de Ácora. Entonces se dan las llamadas reducciones interinas pos-toledanas, seguramente promovidas por las autoridades coloniales para su mejor extracción de tributos. Lo cierto es que, en esta parte de la zona lago de Ácora, se constituye una gran junta de ayllus llamada “Qullana Surupa Socca”, encabezado por los de Sakari, del ayllu Qullana. En ella, llegan a confederarse cuatro ayllos: Surupa, Qullana Socca, Qawayllichurani y los Urinsaya, que se constituyen a la cabezas de los Oquendo.
Allí, a semejanza de las ordenanzas de Toledo, los ayllus no solamente son obligados a llevar sus muertos para enterrarlos en Sakari, sino también a centralizar las fiestas y construir (en Sakari) una capilla. Todo bajo el estricto control de sus mallkus y jilaqatas, sometidos por la autoridad colonial.
En esta reducción, una de las fiestas impuestas fue la del nacimiento y el bautizo de los tres niños: Jesús, Manuel y Salvador, de la tradición occidental. Y por si fuera poco, estas viejas tradiciones del calendario de fiestas locales, ayudan a clarificar el proceso de desarrollo de este instrumento y la vigencia de uno de sus pueblos cultores, que nos motiva hasta hoy. Gracias a ella sabemos ahora que, para empezar con la temporada de la ejecución del instrumento, era precisamente esta fiesta en donde se sacaban dos tipos de “pinkillus Lawa K’umu”: uno era “Nuwillu” y el otro “Chacarero”, que eran exclusivamente manejados por los ayllus Surupa y Qullana. El primero tenía el privilegio de poseer el “Chacarero” y el segundo al “Nuwillu”[4].
Los Qullana estaban a cargo de festejar el nacimiento de los niños y con ese motivo salían a ejecutar el “nuwillu”; luego, a los ocho días, el bautizo corría a cargo de los Surupa, exclusivamente ofrecido por la familia Marce, quienes tenían que festejar al son de los “Chacareros” y llevar a los niños a Socca. Esta tradición continúa siendo así, hasta nuestros días.
Hacia el siglo XX se observa que los de Socca se fueron independizando, al haberse masificado su población y al haber, quizás, alcanzado el dominio del instrumento mejor que el resto de los componentes del ayllu. Y en verdad, la antigua Socca acrecentó su demografía con parientes del ayllu Surupa, Qullana y finalmente con los Urinsayas; no obstante, mantuvieron ese vínculo de ayllu hasta el advenimiento de las reformas del gobierno revolucionario de Juan Velasco Alvarado, en que se convirtieron en comunidades campesinas.
Este es, en síntesis, el origen de los famosos “Lawa K’umus” de Villa Socca.
PRESENCIA EN EL SIGLO XIX
Las fiestas son una muestra para poder determinar la antigüedad de las danzas. Rastreando las tradiciones locales distritales, nos enteramos que en la colonia, la festividad de la Virgen de la Candelaria se celebraba en la antigua plaza de San Pedro de Ácora, cada 2 de febrero. Allí, todos los ayllus eran obligados a venir con una comparsa de bailes.
Hacia el año 1886, a esta festividad acude el ayllu Qullana Socca, con su delegación. Existe una copia de constancia que otorga el gobernador de Ácora a don Benito Tintaya, por haber cumplido con la festividad y haber llevado la comparsa de carnaval de Socca en su calidad de Jilaqata.
Eran tiempos en que las fiestas se hacían acompañar de pito y caja, de sikus o zampoñas, de chaqallos y tarqas. Todas las formas de teatralización de acontecimientos y de danzas típicas eran definitivamente acompañadas con formas musicales e instrumentales de raigambre antigua. La banda apareció recién en la década del cincuenta como un modernismo occidental, básicamente venido del lado boliviano.
No obstante, la herencia cultural ha prevalecido hasta hoy dentro de la comunidad y para lo que fue creado: rito a la madre tierra “Pachamama”, por la buena y feliz maduración de cosechas, que terminaba con cinco días de baile y ritos de carnaval.
SIGLO XX, NUEVOS TIEMPOS NUEVA HISTORIA
Desde 1900 en adelante, sabemos por don Julián Marce Quispe[5] que los “Lawa K’umus” de Socca fueron muy independientes del ayllu matriz, es decir, el que estaba integrado netamente por los socckeños, aunque “otras veces, en los años veinte, dejaron la continuidad por la presencia de los adventistas y por dedicarse de lleno a la agricultura”.
En los años treinta, el conjunto de “Lawa K’umus” de Socca ya era toda una representatividad de Ácora, y simplemente se denominaba “Carnaval de Socca”. Era indispensable su presencia en cuanta festividad hubiera. Tan es así, que muchas veces había estado presente en la festividad de la Virgen de Candelaria de Puno, invitado especialmente por las autoridades provinciales, acompañando a la delegación de autoridades distritales de Ácora[6].
Hacia 1958, Enrique Encinas Franco, decepcionado de ver la festividad de la Virgen de la Candelaria de Puno con danzas tremendamente estilizadas y con bandas bulliciosas, contactó con los de Socca Yanaque y las autoridades de su natal Ácora, para que en ella se lleve un concurso similar al de Puno, pero con la diferencia que en ésta participen únicamente danzas típicas. Y así sucedió. En la presencia de Enrique, cada dos años se llevó el concurso, hasta 1970, y después de su muerte su sobrina Gloria Zegarra Encinas los continúo hasta fines de los 90’[7]. Como es de suponer, en toda esta época, en cada uno de los concursos en Ácora, los “Lawa K’umu” de Socca, participaron ininterrumpidamente.
En los sesenta, la música y la danza del carnaval de Socca ya era muy conocida como una de las más importantes estudiantinas puneñas. El Centro Musical Theodoro Valcárcel (fundado en 1955), ya las había incluido en su primer y famoso disco «Música de los Andes Peruanos», producido en Lima el año 1962, para el sello Sono Radio. En adelante, esta misma institución artística, entre 1962 y 1965, se encargaría de difundir el carnaval de Socca a través de las presentaciones artísticas en la versión estudiantina y elenco de danzas puneñas, realizando importantes viajes, inicialmente a la ciudad de Lima, luego a la república de Bolivia y finalmente a México y el mundo entero, de manera que la música, danza, coreografía y trajes del carnaval de Socca, ya habían paseado por todo el globo.
En cierta manera, estas presentaciones y actuaciones en televisión han hecho posible que José María Arguedas, gran estudioso del folklore, le tomara muchísimo interés al asunto, comentando que Puno ayudó a descubrir al Perú indígena. Para ello, como se sabe, él mismo tuvo que viajar a Puno para constatar la belleza y variedad del folklore local. Y no dudó en calificar a Puno como “La otra capital del Perú”, es decir, la capital del folklore, en un artículo muy significativo que publicó a página completa en el diario «El Comercio», el 12 de noviembre de 1967.
Regresando a nuestro tema, y de acuerdo con las pesquisas del profesor Mariano Quispe Machaca[8], para 1960, se consolida un grupo más compacto formado al calor de la juventud socckeña de esos años y el entusiasmo de la comunidad. Con ella iniciarían su promisoria carrera en la segunda mitad del siglo XX.
Hacia 1962, la cohesión de sus miembros y una mejor predisposición para convertirse en una organización competitiva, motivó que constituyesen su primer acta de trabajo orgánico, y así, el mismo año participan de la festividad de la Virgen de Candelaria de Puno, en donde se vieron engalanados con presentes y estadía de varios días.
Foto: tomada de Los Andes
De esa década hay que tomar en cuenta también, que uno de los más importantes esfuerzos por mostrar la «Cultura dancística puneña» la asumió el Dr. Enrique Cuentas Ormachea, cuando fue Presidente del Instituto Americano de Arte de Puno. Él también, como otros, contactó con el conjunto de Socca. En 1962 los invita y los lleva a Arequipa. Allí habría estado José María Arguedas, Sergio Quijada Jara, entre otros de los estudiosos del folklore. Más tarde, Cuentas Ormachea apuntaría en su libro “Presencia de Puno en la cultura popular”, que los de Socca, en 1964, eran uno de los doce conjuntos que habían participado en el concurso de danzas autóctonas.
Hechos como estos fueron un gran impulso para que los Socckeños se organizaran mediante una institución sólida, que los ayudó a conservar sus tradiciones, costumbres y modos de vida.
En los setenta, por influencia de muchos de sus integrantes y a la vez músicos de la banda, ingresan al conjunto algunos instrumentos como la tarola y el bombo de banda, pues hasta entonces -el carnaval de Socca- solamente era ejecutado por el instrumento típico llamado “kaja”.
Los ochenta fue la época de la fiebre musical por el gusto de los “Lawa k’umus”. Su música se expande a la zona centro del distrito de Ácora. Aparecen, entonces, otros conjuntos de chacareros en distintas comunidades.
Documentalmente, la particularidad de este conjunto ha sido incluida en diferentes publicaciones de índole etnomusicológica, entre la década del 80 y finales del siglo XX. Le dedicaron sus plumas destacado historiadores, antropólogos, etnomusicólogos, folkloristas, periodistas y fotógrafos. Acá un breve resumen de ello:
En 1981, el acoreño José Portugal Catacora hace mención del carnaval de Socca en su libro “Danzas y Bailes del Altiplano”. Igualmente lo hace Enrique Bravo Mamani, en su libro “Riqueza de las Danzas puneñas”, editado en 1984.
1990, Fermín Ardiles, en su monografía de Ácora, le dedica una página entera al carnaval de Socca.
1992, investigadores de la Pontificia Universidad la Católica del Perú –Lima, a través de su equipo liderado por el antropólogo Raúl Romero, registró a los “Lawa Kúmus” de Socca en un valioso documental. Dicho material actualmente se encuentra en los archivos del Centro de Documentación del CEMDUC, de esta casa universitaria. Esto constituye una verdadera joya artística del magnífico álbum hecho por la PUCP.
Por el mismo año, el concurso de Danzas organizado por la fundación Enrique Encinas Franco, en Ácora, fue muy bien informado y comentado por los medios de prensa más importantes de la época, como El Comercio y Caretas de Lima, y también por los diarios de Puno. En ellas el carnaval de Socca fue muy bien reconocido, con excelentes comentarios de, por ejemplo, Alfonsina Barrionuevo, entre otros periodistas e intelectuales, que supieron apreciar y valorar la calidad, variedad musical y coreografía de este conjunto.
En 1993, Amadeo Calcín presenta un estudio etnomusicológico del instrumento musical, en el Congreso Nacional de Folklore, llevado en la ciudad de Huancayo.
En 2002, investigadores de la Escuela nacional Superior de Folklore “José María Arguedas” de Lima, le dedicaron un video documental y, diez años más tarde, el 2012, también le dedicarían a los “Lawa K’umus” de Villa Socca una muy bien resumida referencia cultural, con fotografías a full color, en su álbum “Danzas y Estampas Autóctonas de Puno”.
El 2014, Humberto Ccopa Balcona le dedicó dos páginas enteras en el Dominical del Diario Los Andes (09-02-2014).
El 22 de enero de este año (2015), parte del conjunto viajó a la ciudad de Lima, por invitación de las autoridades regionales y del Ministerio de Cultura, a fin de participar en el recibimiento oficial de la declaratoria de Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad de la festividad de la virgen de la Candelaria, dada por la UNESCO el 27 de noviembre de 2014 en Paris, Francia. Con tal motivo, también aprovecharon para hacer el lanzamiento nacional de dicha festividad. De su presentación artística, los “Lawa K’umus” han merecido muy buenos comentarios de parte de los periodistas e intelectuales, tanto en los medios de prensa escrita y televisiva de la capital peruana.
Mucho de lo que significa la popularización de este conjunto, tiene que ver también con la grabación de cintas de casetes o cassets. Si bien es cierto que desde la década del cuarenta, la creciente industria del disco de acetato se interesó por grabar música andina en sus distintas variedades, no hay vestigios de que estas empresas se hayan interesado por registrar la música indígena.
Socca grabó, con sus propios peculios, tres de esos recordados cassets; una a mediados de los noventa, para el sello la “Kantuta” (no lleva sello ni registro industrial); otra para el estudio de grabaciones y producciones Alfa, de la ciudad de Ilave, en el año 2000; y una tercera de la cual, por el momento, no podemos precisar la fecha. Años más tarde, entre 2007 y 2011, vendrían dos nuevas producciones en formato de video clip.
LOS AÑOS DE TRIUNFO
Los mejores trofeos obtenidos por este conjunto, engalanan la municipalidad de Socca. Sería larga la lista, de enumerarlos. Solo diré que en la historia del concurso de danzas autóctonas de la festividad de la Virgen de la Candelaria, que data desde 1964 hasta la fecha, han ocupado los más merecidos puestos, los cuales han merituado que sean reconocidos con distinciones y resoluciones por diferentes instituciones nacionales e internacionales, que dimensionaron como se debía la importancia de su trabajo.
Sus logros más recientes, a nivel regional, se dieron en los años 2006, 2009 y 2014, al haber ganado los primeros puestos, coronándose así con el título de tricampeón regional.
A nivel distrital tienen ganados innumerables primeros puestos. Los premios obtenidos van desde el trofeo Sank’ayo de oro, hasta un modesto ganado vacuno.
A nivel interregional, tiene ganados dos primeros puestos en la ciudad de Tacna y un primer puesto en Arequipa. En aquellos certámenes merecieron diplomas de honor y distinciones como el mejor conjunto de este género carnavalero.
A nivel internacional, finalmente, tiene una resolución municipal de reconocimiento como huésped ilustre del pueblo de Charasani, en el hermano estado plurinacional de Bolivia.
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[1] Es un centro poblado relativamente grande perteneciente a la jurisdicción del distrito de Ácora, Provincia y Región Puno. Tiene una belleza especial, tanto por su pintoresca geografía como por la cultura agraria y piscicultura desarrollada por su gente.
[2] Sus más de cinco mil habitantes, tienen esas extraordinarias virtudes para aprender todo tipo de música a simple vista.
[3] Región territorial que comprende casi toda la zona lago del distrito de Ácora.
[4] instrumento musical, pariente del lawa k’umu y de mayor tamaño.
[5] Informante oral y descendiente del ayllu Surupa, en entrevista hecha el 04-02-2015.
[6] Julián Marce Quispe, socckeño de 92 años de edad. En: entrevista hecha el 04-02-2015.
[7] Aurora Encinas Franco de Zegarra, en: Enrique Encinas Franco, 1994, págs. 38, 39.
[8] Integrante de los Lawa K’umus y presidente del mismo por varios periodos. Entrevista hecha, el 20 de febrero de 1997.

2 comentarios:

  1. Interesante información. Gracias.

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  2. Oooo sabia que mi tierra es un lugar turistico y de mucha riqueza y un lugar turistico hermozo

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