jueves, 30 de octubre de 2014

SOBRE EZEQUIEL... LIBRO DE PADILLA

FELICIANO PADILLA Y SU ABRAZO TIERNO A EZEQUIEL URVIOLA
Escribe: Sonia Molina Cabala
El espíritu poderoso de Ezequiel Urviola, estuvo persiguiendo largo tiempo a Feliciano Padilla, lo condujo hasta Tucumán Argentina, para transmitirle su formidable energía bajo la forma de un manuscrito amarillento lleno de su azarosa vida.  
Descubrir detrás de cada letra a Feliciano -el escritor- es una aventura inigualable, una suerte no dimensionada adecuadamente, a pesar de haberlo conocido hace muchos años en Cusco, gracias a Ruth Barrientos Carbonelli (Q.E.P.D.), universitaria de Ciencias de la Comunicación de la UNSAAC (1) de rostro angelical, maravillosa voz y envase pequeño, con quien compartimos internado de monjas. Y que tal vez fue primer gran amor del “Chano”(2) de entonces. Ella cantaba como los ángeles “Reloj no marques las horas”, pero se hacía rogar, -tanto como el talentoso amigo Jesús Alegría- para soltar su prístina y delicada voz. Ella siguió su ruta lo mismo que Feliciano, que entonces bebía sin suerte los aires por ella. ¡Hubiera tenido vara!... No cabe duda que la vida, el amor y las circunstancias, generan poesía y narrativa.
Recuerdo que una vez aconsejé a su amada que se cortara el pelo, que su larguísima, densa y sedosa cabellera negra, la hacía parecer de lejos un hongo negro y de remate chiquito; después que lo hizo, sus amigas, -su madre incluida- le reprocharon y quien escribe quedó como la mala de la película. Por mi parte siempre he propagado aquello de “cabellos largos, ideas cortas” de Saint-Simon (3). No sé qué opina al respecto mi querido Feliciano.
En la novela “Ezequiel: El profeta que incendió la pradera” se disfruta formidables anécdotas de antiguos carolinos, (compañeros de Ezequiel) tan homenajeados este año y que muestran a estudiantes muy conscientes de las locuras inherentes a su edad; como la “pérdida masiva del pito”(4) con su posterior gonorrea en el internado carolino. 
En San Carlos rebautizaron a Ezequiel como: el “Qopo Ezequiel”(5), y sus paisanos le aplicaron la chapa más fina de “Copérnico”(6). Se revive también al distrito azangarino de Muñani, cuna de nuestro profeta y por ello, junto al Maestro Feliciano, hoy, 2014, impetramos a nuestros lectores a ubicar el lugar donde nació Ezequiel en un mapa de Puno.
En 1911, el adolescente ex carolino Ezequiel Urviola se fue a estudiar a la Universidad San Agustín de Arequipa, donde avanzó Derecho unos años. 
Feliciano fue también gran amigo del difunto abogado Jesús Vallenas, y en su discurso fúnebre recordó las veces que libaron juntos bebidas espirituosas, en amanecidas literarias y yo pensaba -así que tú le enseñaste al chiquillo la vida bohemia-. Y la vida bohemia de intelectuales es el pan de cada día desde la época en que vivió el Profeta Ezequiel Urviola, allá por los años 1915 en que Ezequiel integró el Grupo “BOHEMIA ANDINA”
La novela constituye “PALABRAS  MAYORES” a nivel internacional por la genial empatía que vuelca en cada letra Feliciano Padilla sobre el jovencísimo pensador y líder Ezequiel Urviola, (muerto a los 30 años) tan coherente en su vida cotidiana en el pensamiento como en la acción. Ezequiel, que provenía de una familia acomodada, cambió drásticamente su rumbo, desde el vestido (el terno por el poncho, el sombrero por el chullo y el calzado de cuero por la ojota.). Todo ello, para defender a los nativos de Azángaro y Huancané. Se agarró de estas prendas hasta el final, aún cuando la prudencia exigía cambiar de traje para evadir la “repre”(7).
Trabajó en Puno con los abogados Dr. Quiroga, Dr. Pineda Arce, quienes apoyaron en todo momento a Ezequiel y la defensa de los aborígenes.
Ezequiel, personaje central de esta novela padece tuberculosis, sufre sudoraciones y cambios bruscos de temperatura, dificultad al respirar, pero aún así lucha infatigable por los derechos de los indígenas, de la forma en que también lo hacía el Ing. Ignacio Frisancho Pineda, que pese a esta enfermedad sobrevivió a sus dos hermanos: Samuel y David Frisancho Pineda.
El fuego de la vida, se mantiene intacto en seres superiores como Feliciano Padilla, Ezequiel Urviola, Ignacio Frisancho. Fui testigo del arduo trabajo intelectual de Ignacio que aún postrado en cama, trabajaba planos, con papel, lápices y escuadras. A estos semidioses los anima el numen creativo del luchador, y el inmenso amor a la vida y la tierra que alguna vez los cobijó. Antes, Feliciano me había comentado que estaba delicado de salud, pero de ello tanto tiempo hace que he tenido la suerte de escucharlo en sendos discursos fúnebres de grandes personajes de Puno. Sé que su trabajo de narrador le cuesta muchas horas de disciplinado esfuerzo cotidiano, y creo que ese camino debemos transitar quienes presumimos de escritores, pues los resultados logrados por “Chano” saltan a la vista.
Feliciano, cuando resucita a Ezequiel, nos incita a pasear con él por Lima, recorrer hospitales, visitar Palacio de Gobierno llevando memoriales al presidente Augusto Leguía, quien como la mayoría de los presidentes peruanos jugaba a dos caras. Leguía fue popular por su oncenio y por su trágica muerte. Añado que los dictadores en general han respondido mejor que muchos presidentes electos: Caso Odría: voto femenino, centros educativos; caso Leguía: carreteras, Plaza de Armas de Lima, colonizadores polacos a la selva de Quincemil en Cusco; caso Velazco Alvarado: Plan COPESCO, I.N.C., Reforma Agraria. De estas gestiones disfrutamos quienes amamos la equidad, la cultura y el patrimonio.    
Ezequiel conoció en Lima a José Carlos Mariátegui, y fue docente en la Universidad Popular de Víctor Raúl Haya de la Torre. Fundó en equipo la revista “La Tea” en 1917, que salió hasta 1919.
Desfilan como sombras en la obra, agradecidas personalidades de antaño como la abogada alemana Dora Mayer y Pedro Zulen su amada yunta, ambos activistas del movimiento indigenista nacional. Todo un escándalo pues ella le llevaba 20 años a su genial pareja, quien por cierto estaba dotado de extraordinaria madurez.
Entra en pasarela el diputado azangarino Aurelio Lizaraso, enemigo mortal de Ezequiel, quién al parecer hizo edificar el magnífico templo de Tintiri.
La novela de Feliciano es muy amena y fácil de leer, a pesar de que consigna sucesos trágicos de alto voltaje como aquel de “Wancho Lima”(8) en que se da un brutal genocidio contra huancaneños instalados –por orden verbal del presidente Leguía- en una república independiente con presidente, locales y la burocracia habitual de las ciudades nuevas.
En esta misma dirección sorprende la irracional aspiración de los “matacuras”(9)  de habitar un espacio restringido a puros aymaras, viviendo y siendo gobernados por huancaneños con sus propias leyes!! Por cierto, una ingenuidad liquidada brutalmente por Leguía en 1925.
Se relata al respecto que el 7 de agosto de 1923, por decisión de cincuenta mil indígenas de las comunidades de Huancané, se fundó la República Aymara Tawantinsuyana, para que en ella vivieran solamente nativos, con su propia Constitución y sus propias costumbres. La masa eligió como Presidente de la República a Carlos Condorena y el Consejo de Ministros estuvo conformado entre otros por Rita Puma. Tenían Palacio de Gobierno, Iglesia, Mercado, escuelas, etc. Luego, el narrador refiere el asesinato de la Ministra Rita Puma valiente lideresa huancaneña, que en sus momentos postreros se atrevió a interactuar con sus esbirros:
-Rita Puma, sabemos que te escondes en esas ruinas. Entrégate de inmediato o vuelo con dinamita todo ese adefesio donde te escondes. Estás perdida. Voy a ordenar, carajo, que vuelen todas esas piedras si no sales en dos minutos.
-No será necesario general Vinatea. Cumple con tu obligación. Tú haz nacido para matar, yo para defender la vida -gritó Rita Puma, saliendo de su escondite.
-Rápido carajo, acércate con las manos en alto, y si tienes un arma, tírala al suelo, ahora mismo -aulló el general
- Tú tienes un fusil automático como arma, mi arma está en mi cerebro -contestó Rita Puma.”
En general esta novela desborda nuestras expectativas, la atraviesa una línea ligeramente melancólica, mediatizada por graciosas anécdotas de carolinos de antaño y en general por su mensaje tremendamente aleccionador.
Desfilan jóvenes universitarios sanmarquinos, que apoyan al profeta -y no le tiemblan a Leguía- siempre la universidad y las cárceles vinculadas. Se sugiere a los candidatos preocuparse de las cárceles tal como lo hizo Luis Cáceres Velásquez que apenas ingresó a la Alcaldía de Juliaca remozó este local, por si las moscas.
Feliciano Padilla Chalco, ha cumplido con Azángaro tierra prócer, a pesar de que por sus venas no circula la supuesta sangre azul de que presumen los “mula luntatas”(10).
Particularmente estoy segura que Feliciano, llegará hasta donde quiera en el campo de la literatura, en el difícil ámbito de la política y principalmente en el campo de la amistad. Por lo pronto ya tiene nuestro voto. Le hacemos llegar un abrazo renovado, y deseamos se cumplan todos sus sueños desde el Centro de Escritoras Puno, y en conjunto somos sus incondicionales admiradoras pero al estilo carolino.
______________
(1)  UNSAAC. Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco.
(2) CHANO: Apelativo cariñoso de Feliciano Padilla
(3) SAINT-SIMON: Filósofo y Economista francés, creador del Socialismo Utópico 
(4) Pérdida masiva del pito : Pérdida de castidad masculina
(5) Qopo Ezequiel : Ezequiel era jorobado
(6) Copérnico : Alusión refinada de jorobado en quechua ,proporcionada por past líder universitario Adolfo Iruri.
(7) repre : apócope de represión
(8) Wancho Lima: Ciudad exclusiva de nativos aymaras de Huancané
(9) matacuras: nominación popular de huancaneños alusiva a su pasado anticlerical

(10)mula luntatas: antiguo apelativo popular de azangarinos  


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